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Real Monasterio de Nuestra Señora de Santa María de El Paular
La historia de este monasterio se puede agrupar en torno a tres ejes principales: El Paular-Cartuja (1390-1835), El Paular desamortizado (1835-1954) y el Paular recuperado para la vida monástica (1954-hasta la actualidad).
La fundación de la Cartuja de Santa María de El Paular data de 1390. La Casa de Trastamara le otorgó grandes privilegios y sufragó los gastos de las obras durante todo el reinado. Juan I comienza a erigir la primera Cartuja de Castilla, donde ya existían unos palacios de caza que se citan en el Libro de la Cetrería de Alfonso X y una Ermita llamada Santa María del Pobolar. Así se levantó la primera Cartuja de Castilla y sexta de las fundaciones cartujanas en España.
Durante cuatro siglos y medio, El Paular se convirtió en una de las Cartujas mejor dotadas, pero en 1835, la Ley de Desamortización terminaría con el esplendor económico y cultural de la Cartuja, conllevando la dispersión de parte del archivo, de la biblioteca, de la pinacoteca y demás enseres.
El Paular se entregó en usufructo a la Orden Benedictina el 31 de Diciembre de 1948 “para instalar en él una Abadía, con Colegio de vocaciones y Casa Central de formación monástica para toda España y Monasterios de Ultramar: Chile, Islas Filipinas y Australia”. La actual comunidad se instaló en 1954. Hoy, El Paular cuenta con una pequeña comunidad de monjes, que viven la vida monástica según el módulo transmitido por San Benito: vida litúrgica, trabajo manual e intelectual, recepción de huéspedes, acompañamiento a los numerosos visitantes y atención pastoral a la vida sacramental que se desarrolla en la Iglesia del Monasterio.
La construcción de la cartuja, en la que participaron arquitectos destacados como Juan Guas o Rodrigo Gil de Hontañón, se prolongó considerablemente, por lo que encontraremos en ella elementos góticos, renacentistas y barrocos. El conjunto monástico presenta una planta de contorno irregular compuesta por varios grupos diferenciados: el claustro de los monjes, núcleo originario de la cartuja entorno al que se desarrollan las celdas; la iglesia ubicada al sureste de aquél, los aposentos reales y la zona dedicada a los frailes; situados a su vez en el ángulo sur, completan el conjunto distintos patios y dependencias.
La Iglesia posee una sola nave, dividida en tres tramos. Al final del primero de ellos se sitúa una extraordinaria reja de hierro forjado y policromado de fines del siglo XV, realizada por el fraile cartujo Francisco de Salamanca. En la decoración del templo destaca especialmente el retablo, en alabastro, de finales del siglo XV y estilo gótico, que muestra diferentes escenas de la vida de Jesucristo y de la virgen María con gran detalle y minuciosidad. Recientemente, se ha llevado en el mismo, una magnífica labor de restauración y limpieza por parte del Instituto de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura. Ello ha permitido recuperar el retablo, recobrando los colores del siglo XV y los de algunas restauraciones posteriores.
Los Carduchos
El claustro mayor del monasterio, de estilo gótico flamígero, albergaba en sus cuatro galerías las celdas de los cartujos, preparadas para el estudio y el aislamiento. Para decorar los muros interiores del claustro, el pintor veneciano Vicenzio Carduccio realizó, en el siglo XVII, por encargo del Prior Juan de Beza, una serie de grandes cuadros sobre la vida de San Bruno de Colonia, fundador de la Orden de los Cartujos, y sobre la historia de esta.
Este maravilloso conjunto pictórico, referente de la pintura histórica y del barroco, salió de El Paular con la desamortización de 1835, siendo trasladado a Madrid. Después de permanecer en el Convento de la Trinidad, este conjunto de pinturas dejó de ser una unidad para repartirse por distintos lugares de España, como en La Coruña, donde daban nombre a una sala del Museo Municipal. Años más tarde, el Museo del Prado se hizo cargo de la obra que, controlada y catalogada, se distribuyó por otros museos españoles.
Las 52 pinturas de gran formato, han vuelto en 2011 al Monasterio de Santa María de El Paular, al mismo lugar que ocuparon durante 200 años.
El regreso de estos cuadros a su emplazamiento original se enmarca en el largo y minucioso proceso de restauración del Monasterio, en el que la rehabilitación del Claustro ha sido el paso previo. Esta cuidadosa recuperación del Claustro, a cargo del Ministerio de Cultura, ha incluido la climatización y el drenaje del mismo, así como el tratamiento de los efectos lumínicos, preparando una acogida excepcional para esta importante obra.
Pero si importante ha sido la preparación del espacio en El Paular, no menos han sido los más de diez años de trabajo que ha durado la meticulosa restauración dirigida por la Jefa del “Departamento de Pintura Española hasta 1700” del Museo del Prado.